Cuando tenía 13 años y crecía jugando al fútbol todos los días en mi barrio de Magdalena Del Mar noté, sin saber lo que significaba en ese momento, una oportunidad de negocio y hacer dinero. Todos terminaban muy cansados y sedientos de jugar y corrían a la bodega de la esquina a comprar un jugo o una gaseosa, incluso yo que guardaba siempre 50 céntimos en el bolsillo para terminando de jugar, ir corriendo a comprar dichas bebidas.
Entonces con un amigo, Gianfranco, decidimos antes de empezar los partidos de fútbol preparar varias jarras de limonada helada para la terrible sed de nuestros compañeros. Y la vendíamos a cualquier precio. Lo que tuvieran, bastaba. Con tal de luego sentirnos poderosos con algunos soles en el bolsillo para comprar lo que nos venga en gana.
Más adelante, al entrar a la secundaria y al ver que empezaban a salir los smartphones y que mi papá no podía pagar el que quería, descubrí que podía sacarle provecho a algo que hacía mucho en clases: hablar de cine. Así empecé a alquilar y vender los DVDs de las películas que iba viendo y que mi papá compraba para sus fines de semana. Entonces ofrecía a mis compañeros películas acompañadas con reseñas, opiniones y recomendaciones lo suficientemente apasionadas y atractivas como para que no faltaran las ventas.
Llegué incluso en mi último año de secundaria a aprender trucos de magia que luego vendía y enseñaba a otros que querían aprender. ¿Porque quién no quiere aprender magia? ¿Quién no quisiera dejar boquiabierto a alguien por un truco? Ese hermoso efecto que tiene la magia me ayudó mucho a tener siempre algo de dinero en el bolsillo.
Y ya cuando me empezaba a enfrentar mi vida adulta y las cosas no eran tan fáciles como vender trucos y me iba educando como Comunicador y Marketer encontré la oportunidad de escribir guiones publicitarios (aún recuerdo con 17 años haber cobrado 200 dólares por recrear la fantasía del paititi, el dorado, para una agencia que desarrollaba videos en 3D) y artículos para pequeñas revistas de minería y turismo.
Y si bien, años después, abandonando todo por una idea me di cuenta que mi vocación siempre iba a ser la de emprender me doy cuenta en esta breve reseña de mis primeros pasos en las aventuras del emprendimiento que los detonantes más importantes fueron el querer o aspirar a algo (la intención y voluntad) y el estímulo más importante para lograrlo: la creatividad y el ingenio.
Pongo otro ejemplo: el de mi padre, Carlos Arriaga, que de ser un aprendiz de joyero terminó decidiendo colocar su propia joyería la cual ya tiene más de 30 años en el mercado en el corazón de MIraflores.Y una muestra final la de mis tíos en Argentina, Cesar y Juan José Negrón, en Santiago del Estero que yendo a buscar oportunidad en otro país, terminaron viendo una necesidad en ese pueblo por la Moda y las tendencias, poniendo una tienda de ropa, la más famosa del lugar.
El mundo necesita empresarios creativos. De personas que encuentren oportunidades donde no se puedan ver y aún mejor, oportunidades de situaciones complicadas y hasta casi sin salida. Porque muchas veces y lo digo desde la experiencia, la gran oportunidad llega – en muchos de sus casos- desde la prohibición o la imposibilidad de hacer algo y nuestra convicción y decisión de sublevarse y emanciparnos ante ello.
De una situación muy difícil que logramos revertir y en otras no. Es por ello que puedo dar fe que el principal combustible del empresario es fallar. Fallar para aprender, mejorar y encontrar oportunidades.
Los empresarios creativos son además el pulmón de nuestra sociedad y en su mayoría los que crean oportunidad, trabajos, una mejor economía para su ciudad y mejoran el clima cultural ya que un empresario debe estar siempre capacitándose, aprendiendo, leyendo y educándose no solo del sector en el que se desarrolla sino de los vaivenes políticos y económicos que lo aquejan. Recordemos que en el 99% de sus casos el emprendedor empieza siendo gerente general, gerente de ventas, administrador, contador, logístico y mil puestos más que él mismo cubre.
Y a la larga, no importa si genera 1 puesto de trabajo, 100 o 1000 lo que importa es que su aptitud creativa y resiliente pues esta no solo lo transforma y evoluciona día a día sino también todo lo que ejecuta y logra salpicar a quienes los rodean.
Empresarios creativos, honestos, resilientes y con la gran capacidad y el hambre de no dejar un solo día de aprender es lo que necesita el mundo. Y personas con esa vocación que se animen a dar ese primer paso y poner la primera piedra al castillo de sus ideas. Como fue mi caso, años después, cuando acepté mi condición y vocación de emprendedor y empecé mi propia agencia de marketing y publicidad, desarrollar mi marca personal como empresa y a transitar en mi última aventura en la venta de artículos de lujo con mi tienda online de joyas: Taurus Boutique.
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